Fervorosa, Ilustre y Antigua Hermandad del Rosario de la Santisima Trinidad y Cofradia de Nazarenos del Stmo. Cristo de los Afligidos, Ntro. Padre Jesus en su Entrada en Jerusalen y Ntra. Sra. de los Desamparados


Las primeras noticias sobre su Fundación y Establecimiento datan del 28 de octubre de 1714, encontrándose en la villa de Utrera, Fray Feliciano de Sevilla, fervorizado por la continua práctica que varios muchachos del pueblo (entre los que se encontraba el mítico Lázaro Pérez) venían ejercitando con el rezo diario del Santo Rosario, instituyó formalmente, en la ermita de San Miguel, una nueva corporación rosariana bajo el título de la «Beatísima y Santísima Trinidad».

Fray Feliciano también dejaba ordenado que se agregasen a la recién creada corporación varias personas mayores para que, tan piadosa práctica, no quedase sólo en mano de muchachos y se aumentase el número de insignias en función del esplendor e su fervor y devoción. Pronto se elaboró un reglamento que rigiera la administración y gobierno de la nueva congregación, la cual obtuvo la aprobación del ordinario eclesiástico, el 26 de abril de 1715, siendo provisor y vicario general del Arzobispado don Juan de Monroy. Diego Martín de Soto, cura de Santa María, fue nombrado su rector-prioste y el padre Fray Juan de Cáceres, religioso franciscano residente en el Convento de Nuestra Señora de Las Veredas, fue elegido como capellán del Santo Rosario.

CONSTRUCCIÓN DE LA CAPILLA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
De la adquisición de los terrenos donde se levantó, y comienzo de sus obras Reunida la Hermandad en Cabildo, el día 30 de junio de 1717, se acordó buscar un lugar oportuno para levantar una capilla donde establecer el recién fundado «Santo Rosario». Casi un año más tarde, concretamente el 16 de marzo de 1718, se decidió adquirir la casa de doña Alejandra María Vázquez, en la calle de la Fuente (4). Su coste ascendió a 3.398 reales de vellón, cantidad que sufragó la congregación del dinero juntado de las limosnas que, para tan piadoso fin, se demandó entre el vecindario de la villa. El 26 de agosto de 1717, el señor provisor del Arzobispado, concedía la licencia canónica oportuna para la erección de la iglesia.

Los primeros cimientos de la obra se abrieron el 1 de marzo de 1719. El primer hormigón se echó el día nueve de marzo a las cuatro de la tarde, colocando su primer ladrillo el día quince de marzo el maestro alarife de la villa, Diego Sánchez de Castilla «Pichón» quien llevó el mayor peso de dicha obra junto con los oficiales Roque Martín y Francisco Montero.
El 20 de abril de 1723, aunque aún no habían finalizado del todo las obras, la autoridad eclesiástica concedió licencia para poder celebrarse misa en ella. Pasados unos años, la Hermandad adquirió nuevos terrenos colindantes a la propia capilla.

SUS PRÁCTICAS CULTUALES MÁS SIGNIFICATIVAS
La Hermandad del Rosario de la Santísima Trinidad perseguía como
principal objeto fomentar el rezo del Santo Rosario, ejercicio que obligaban sus Reglas celebrar diariamente en procesión por las calles. Esta, a la que estaban obligados a acudir todos sus hermanos, la presidía un pendón con un lienzo de la Santísima Trinidad rodeada de un marco dorado.

Además, debía celebrar anualmente las festividades de la Asunción de la Virgen, el 15 de agosto, y el de la Santísima Trinidad, día en el que sus hermanos celebraban una solemne función y realizaban la protestación de fe.

DEVENIR HISTÓRICO DE LA HERMANDAD EN EL PRESENTE SIGLO
Reorganización de la Hermandad El 1 de abril de 1906 un grupo de hermanos reorganizaban la Hermandad tras su disolución en 1892. El cura párroco de Santiago, señor Navarro, entregó oficialmente la capilla a la nueva Junta de Clavería con su hermano mayor, Antonio Mateos, a la cabeza, el 8 de octubre de aquel mismo año, momento en el que tomó posesión la nueva Junta. Fueron elaboradas nuevas Reglas que pronto obtendrían la aprobación del Arzobispado, únicas hasta la fecha aprobadas para la Hermandad por la autoridad eclesiástica, hallándose en la actualidad en espera de la aprobación de otras ajustadas a las normativas diocesanas de 1985.

Nuevo Resurgir de la Hermandad en 1934
A iniciativa del entonces santero de la capilla, Manuel Romero Molero, en 1934, con el firme propósito de restablecer la Hermandad, se reunieron un grupo de hermanos y eligieron una nueva clavería, de la que resultó elegido hermano mayor don Antonio Romero Álvarez. A propuesta de los hermanos José Francisco Piñero Iglesias y Manuel Romero Molero, todos los allí congregados asumieron el compromiso de potenciar el culto hacia el Cristo de los Afligidos y tratar, si había medios, de sacar la imagen en procesión de penitencia el Viernes Santo. A pesar del compromiso, la primera salida procesional del Santísimo Cristo no llegó a producirse hasta el 10 de abril de 1938, Domingo de Ramos.
Al año siguiente acudieron ya muchos hermanos vestidos con el traje de penitente (túnica blanca, cíngulo rojo y azul, capa y antifaz azul celeste), colaborando estrechamente con la procesión, las Hermandades del Jesús y Santo Entierro, que no pusieron reparo alguno en ceder los enseres precisos. La procesión, acompañada de un nutrido grupo de nazarenos de las Hermandades antes citadas, salió curiosamente a las seis y media de la tarde del Domingo de Ramos.

Primera Salida Procesional de la Virgen de los Dolores (hoy de los Desamparados) en 1948.
En 1948 se incorporó por vez primera al desfile procesional la Santísima Virgen, ocasionando la novedosa práctica grandes gastos par la Hermandad, los cuales hubieron de ser sufragados con la ayuda de una comisión especialmente nombrada para ello.
La Santísima Virgen (hoy de los Desamparados) aún recibía la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, título que no se cambió hasta 1949, a raíz de una importante restauración a la que fue sometida. Fue entonces cuando se acordó denominarla «Nuestra Señora de los Desamparados». La situación económica que atravesaba la Hermandad en aquellos momentos no era precisamente espléndida como pudo comprobarse en la Semana Santa de 1950, en la que sus hermanos tuvieron que resignarse con no sacar los pasos a la calle.

La Hermandad en la década de los cincuenta
Precisamente fue a inicios de esta década, a consecuencia del desafortunado primer año de ella cuando, don Francisco Benavides Vélez, entusiasta e inquieto cofrade, comenzó a impulsar la actividad de la Hermandad. Esta desarrolló importantes obras asistenciales y caritativas en su propio Barrio, distribuía vales de pan entre familias de escasos recursos económicos e impartía clases nocturnas en las dependencias de la capilla con la colaboración de jóvenes de acción católica de la Parroquia de Santiago.
A propuesta de la señora camarera de la Santísima Virgen, doña Remedios Vivas de Benavides comenzó a celebrarse anualmente una función en honor de Nuestra Señora de los Desamparados el domingo de infraoctava de la Inmaculada.

Un Incendio Desafortunado en 1953
Momentos antes de comenzar la función en honor del Santísimo Cristo de los Afligidos, el día 15 de marzo de 1953, se producía un incendio fortuito al prender en llamas el manto de la Virgen de los Desamparados. El percance ocasionó grandes desperfectos en la efigie de la Santísima Virgen, además de acabar totalmente con su manto, toca y saya. Los daños se subsanaron con bastante urgencia pues, ese mismo año, procesionó en Semana Santa la Virgen de los Desamparados, curiosamente en la noche del Jueves Santo y no el Domingo de Ramos como era práctica habitual.

Notable auge cofradiero
Ese mismo año surgió la «Hermandad infantil de la Santísima Trinidad» que en la festividad de su titular (31 de mayo) sacó en procesión el grupo escultórico de la Santísima Trinidad que se encuentra en la sacristía. Al año siguiente (1954), esta misma sección de jóvenes cofrades organizó la popular procesión de la Borriquita con la imagen de Nuestro Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén, escultura de pasta madera de Olot (hoy sustituida por una nueva imagen) que había donado don Francisco Benavides, promotor de aquel nuevo desfile procesional del Domingo de Ramos utrerano.

Importante Restauración de la Virgen de los Desamparados por el Escultor Sebastián Santos
Reunidos sus hermanos en Junta de Clavería el día 13 de abril de 1959, se acordó llevar la imagen de la Santísima Virgen al imaginero sevillano, Sebastián Santos, para que fuese restaurada. El elevado coste del trabajo (22.000 ptas.) nos lleva a pensar que el escultor sevillano tallase una nueva efigie que, como puede comprobarse a través de fotografías antiguas, poca semejanza guarda con la antigua. La nueva efigie la bendijo el párroco de Santiago don Francisco de Paula Hernández Fuentes (rector y director espiritual
de la Hermandad), el domingo de Pasión, día 3 de abril de 1960.

OTRO LAMENTABLE INCENDIO EN 1965
Acaeció en la madrugada del Viernes Santo de aquel año, horas después de recogerse la cofradía. Aunque los vecinos del barrio acudieron pronto para sofocar el incendio, la imagen del Cristo de los Afligidos sufrió daños irreparables. Su paso de salida también quedó totalmente destruido a causa del fuego que, aunque en menor escala, afectó la imagen de la Virgen. Sus desperfectos los restauró Sebastián Santos que nuevamente tuvo que intervenir sobre ella.

La imagen del Santísimo Cristo, a indicación del profesor Hernández Díaz, fue llevada para su restauración al taller de la Academia de Bellas Arte «Santa Isabel de Hungría» a finales del mes de mayo.

RESTABLECIMIENTO DE LA PROCESIÓN DE LA BORRIQUITA
Un grupo de costaleros, en 1979, solicitan permiso a la Junta de Clavería para volver a rendir culto a la imagen de Nuestro Padre Jesús en su entrada Triunfal en Jerusalén y reorganizar la popular procesión del Domingo de Ramos, perdida desde 1962.


PATRIMONIO SEDE CANÓNICA
Aunque la Hermandad se fundó en la ermita de San Miguel del Campo en 1714, años más tarde edificó su propia capilla donde mantiene desde entonces su residencia canónica.
La Iglesia es de una nave, y preside su retablo mayor un alto relieve de la «Coronación de la Inmaculada por la Santísima Trinidad». El titular cristífero de la Hermandad se encuentra en un altar muy cercano al presbiterio, sobre el muro del lado del Evangelio, mientras que la Santísima Virgen hace lo propio sobre otro situado frente a él, en el de la Epístola. En el altar que acoge la Virgen de los Desamparados debemos destacar en su ático la escultura del arcángel San Gabriel, atribuida a Duque Cornejo.

IMAGENES TITULARES
Santísimo Cristo de los Afligidos. Crucificado cuyos rasgos estilísticos permiten catalogarlo dentro del círculo montañesino. Su rostro irradia cierta serenidad y elegancia aunque su dulce morir lo aleja del espíritu trágico de tan violenta muerte. Habida cuenta de la gran similitud que guarda con otras imágenes del imaginero José Montes de Oca, han conferido ciertos investigadores su autoría a la producción de dicho artista.
Tras el desgraciado incendio de 1965, fue sometido a una restauración llevada a cabo por la escuela Santa Isabel de Hungría, en la que retocaron considerablemente su torno y piernas. El fuego afectó también notablemente su policromía original, por lo que en dicha restauración también hubo de ser redotada.

Nuestro Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén (Borriquita). En 1997 se sustituye la antigua imagen de pasta madera adquirida en 1954 por otra nueva realizada en madera de cedro por Salvador Madroñal. Nuestra Señora de los Desamparados. La imagen de la Virgen de los Desamparados, realizada por Sebastián Santos en 1959, sustituyó a la antigua bastante deteriorada tras el incendio de 1952.

PASOS
Paso de Misterio. Paso de estilo neobarroco, con grandes hojas de acanto que se rizan formando motivos auriculares, compuesto con elementos de acarreo de otros pastos. Los trabajos de adaptación y montaje de maderas del mismo se debe a Antonio Lobato. Alumbran al misterio cuatro candelabros de guardabrisas rematados por cuatro grandes faroles.

Paso de Cristo. El actual paso neobarroco del Santísimo Cristo de los Afligidos, tras un largo devenir plagado de inconvenientes, es producto de varios proyectos y labor de diferentes artistas. El boceto para el nuevo paso fue presentado en 1958 por Fernando Alguacil y Francisco Parrado, procesionando por vez primera en fase de construcción en 1959. En pleno proceso de construcción, la inundación del Tamarguillo (1962) dañó sensiblemente sus maderas, teniendo que ser reconstruido con urgencia para procesionar al año siguiente.

El canasto, de usual contorno elíptico, está decorado a base de hojarascas con incursión de cartelas entre las que debemos destacar la central que representa el misterio de la Santísima Trinidad. La labor de su talla, junto con el de las cuatro águilas bicéfalas que flanquean sus esquinas, se deben a Antonio Martín, si bien el dorado de dichas piezas fue aplicado por Luis Sánchez Jiménez. Se estrenó totalmente terminado en la Semana Santa de 1987.
La talla de los respiraderos, las cuales corresponden al proyecto inicial del paso, las realizó Antonio Alguacil. Posteriormente, en ellos han sido insertados pequeños bustos de los Evangelistas, tallados por Paz Vélez. Toda la labor de dorado y composición de policromía, también corrieron a cargo de Luis Sánchez (1985-87). En 1992 se doraron los candelabros del paso de Cristo por Ángel de la Feria, terminándose el dorado de los respiraderos, maniguetas, crestería y policromía de los Evangelistas en 1996.

Paso de Palio. Palio bordado en oro sobre terciopelo azul, se está confeccionando en los talleres de Jesús Miguélez.
Sus respiraderos, ánforas y crestería, son obra del orfebre sevillano Luis Jiménez (1973).